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Con las regulaciones legales promulgadas en los países de la Unión Europea en 2018, se restringió la presencia de más de treinta sustancias peligrosas en la ropa y otros textiles de consumo. El plomo, el cadmio y otros metales tóxicos se utilizan comúnmente para colorear y procesar textiles. Sin embargo, se ha determinado que estas sustancias, que están clasificadas como sustancias químicas peligrosas, provocan cáncer y otras enfermedades, e incluso dañan el ADN y la salud reproductiva. Por ejemplo, la hebilla de color dorado de un bolso puede estar hecha de cadmio y las lentejuelas de un vestido pueden estar hechas de plomo. En las pruebas realizadas, se determinó que una de cada mil prendas contiene una pequeña cantidad de productos químicos nocivos. Generalmente, cuando se abre una tela que ha sido tratada con un agente químico, las capas superiores del rollo contienen más químicos que las capas internas. Se pueden obtener resultados de prueba muy diferentes según la parte del tejido con la que esté confeccionada la prenda.
La exposición a sustancias peligrosas de los textiles varía con el uso diario, el área de contacto amplia y el tiempo de contacto prolongado con textiles como ropa y ropa de cama. Por lo tanto, los productos textiles son los productos líderes en la evaluación de riesgos químicos para los consumidores. Por este motivo, se ha publicado la directiva REACH en los países de la Unión Europea (registro, evaluación, autorización y restricción de productos químicos) y se han impuesto restricciones para algunas sustancias químicas.
Hay productos químicos peligrosos que se utilizan más que otros en el proceso de producción textil. Varios grupos de productos químicos peligrosos más comúnmente utilizados son: disolventes, tensioactivos, repelentes de agua y suelo, biocidas y pesticidas, tintes y pigmentos, retardadores de llama y plastificantes y ftalatos. Por ejemplo, los solventes son un líquido que se usa a menudo para disolver sustancias como pigmentos en una solución. Los disolventes se utilizan en varias etapas a lo largo del proceso de fabricación. A menudo se requieren diferentes tipos de disolventes orgánicos. Los solventes que son peligrosos para la salud humana incluyen tricloroetileno, benceno y metanol.
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